sábado, 9 de abril de 2016

Orwell, Felicity y las Tetas de María.





Lo que no forma parte de la lengua, no puede ser pensado. Un terrible principio que expuso en 1948 George Orwell creando la Neolengua para su distopía 1984.  En la novela, Orwell, introducía conceptos como  la habitación 101, la policía del pensamiento  o el omnipresente Gran Hermano.

Mucha gracia les tuvo que hacer este concepto a Patrick Scholtze, Bart Römer y su hermano Paul Römer y John de Mol (creador de Endemol) una mañana de brainstorming.

-Hey, tengo una idea ¿Por qué no encerramos a seis gilipuertas en una mansión durante un año, los grabamos las 24 horas del día y el que aguante se lleva un millón de florines?
- Si, lo podemos llamar La Jaula Dorada.
-Mnne, la idea está bien, pero el nombre…
-¡Ya lo tengo! ¡Lo llamaremos Gran Hermano! Puestos a coger ideas…
-¡Hecho! – dijo John de Mol sin despeinarse, mientras encendía un puro con un billete de 100 (esto último me lo he inventado pero me hace gracia la imagen).

Y aquí comenzó la decadencia de la civilización moderna, un cóctel entre la distopía orwelliana más terrorífica y el Soma televisivo con el que nos pretenden tener felices y distraidos, al más puro estilo de Huxley.

Panem et circenses, que decían los romanos. Y heme aquí que me topo con el mayor de los sinsentidos.
Foto extraida del Huffintong Post
 
Esto es Madrid. No, no es por los recortes. Ni por el acuerdo de expulsión de refugiados de la UE. Ni contra el aborto. Ni es el día del Orgullo… Esto, damas y damos, es una concentración multitudinaria para salvar a Carlos Lozano de la expulsión en Gran Hermano.

POCO NOS PASA PARA LO GILIPOLLAS QUE SOMOS (también se dice Karma).

Toda macarra ella.
   Y mira que ayer andaba contento después de ver el goloso trailer de Rogue One, con las promesas de fiuuuu, piu piu y whooosh que tanto me gusta y con una Felicity Jones un poco macarra.

   Mi gran amigo Javilost, tras ver el trailer me manda un Telegram de esos que él sabe que me encantan: Las redes sociales se llenan de críticas a Star Wars por hacer películas con protagonistas femeninas.

   ¿Pero qué coño os pasa, gilipollas? 
   
¿Es que acaso se nos va a caer el pene porque veamos una película con una protagonista femenina? 

   Que yo de pequeño quería ser Han Solo, Indiana Jones, Deckard… (Creo que quien quería ser era Harrison Ford). Pero ahora disfruto viendo las películas en las que las mujeres ya no son princesitas y nadie las tiene que rescatar. Mujeres con valor, de armas tomar. Porque ese tipo de mujer es la que me gustaría tener a mi lado (y que, afortunadamente tengo).

   Cada vez estoy más convencido de que esta puñetera sociedad es falocéntrica a más no poder. Pues no, señores. Soy un hombre y me gustan las mujeres y estoy hasta las narices de que en la ficción se plantee a la mujer como un mero accesorio masculino, a juego con la pistola y el caballo y que necesita ser rescatada continuamente.

   Deben acabarse las Bellas Durmientes o que venga Ripley para despertarlas a hostias de su hipersueño.

   No sé qué terror atávico aún existe a unas tetas (con lo que me gustan).  Probablemente, esos engendros que aun tienen el Maleus Maleficorum  instalado en el cerebelo, deben creer que pueden sucumbir al pérfido influjo de un escote. O algo así es lo que tuvo que pensar aquél profesor de la Universidad, cuando consideró que el escote de María le distraía a él y a sus compañeros y la invitó a salir de clase. María le dijo que eso era una actitud machista pero el docto profesor, ni corto ni perezoso y haciendo alarde de su cultura y educación le argumentó que “si fuera machista te daría una hostia”  ¡Y se queda tan fresco el cabrón!

A este profesor, al que espero que la Universidad sancione por su actitud, le digo que yo, como hombre heterosexual que soy, poseo eso que se llama “control de mis funciones básicas” y, sinceramente hace falta algo más que un par de tetas para que me distraiga de mi trabajo principal.

Que los profesores (hombre) y alumnos (hombres) universitarios ya vayan a otras cosas eso es de cada uno. Pero en mis tiempos, a la Universidad se iba a estudiar no a mirar tetas.

Pero no acabó ahí la cosa porque entre las tinieblas de los turgentes pechos, surge un héroe. Un adalid que viene a salvarnos y a condenar a aquellas “locasdelcoño” que se atreven a exhibir un escote: ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? Nooo, es Suuupercárdenaaaaas”.

Este señor, en su programa Levántate y Cárdenas pretende decir cómo deberían vestirse las mujeres y que, hombre estuvo feo que el profesor dijese eso… Delante de sus compañeros. Lo que tenía que hacer era habérselo dicho en privado.

Ole tus santos cojones, niño. Yo me cojo mi nave y me voy al espacio a buscar a Ripley, que escote tiene poco, pero a esa nadie le levanta la voz.
 
¿Os habeis fijado el modelo tan arcaico de teléfono que tiene?



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