martes, 23 de diciembre de 2008

RIP Neng...


Acabo de desacerme de mi coche. Parece mentira que uno pueda sentir nostalgia por un cacharro con ruedas.
Fue mi primer coche, mi primer símbolo de independencia. Era un trasto si, pero era mi trasto. Pero el tiempo no perdona y, aunque cumplió su función hasta el último día no puedo sentir más que pena por darle tan indigno final: una firma en un papel y una prensa hidraulica.
Me quedan buenos recuerdos, fotos, anécdotas. Paseos con mi mujer y las perras, largas colas en la ciudad, atardeceres en la playa. Un final triste para un silencioso compañero de aventuras.
Sirva esto a modo de epitafio y, si pudiera poner una lápida en ella pondria esta inscripción:

Aquí yace el Neng, un 205 que me acompañó hasta el fin de sus días.

Como recuerdo me quedo con el pomo de metal con el que intentaba cambiar las marchas. Ese pomo que cuando hacía sol, no había quién lo tocara y cuando hacía frio se te pegaba a la mano. Desde aquí te rindo un pequeño homenaje, mi primer coche, mi libertad.

Hasta siempre compañero.