jueves, 24 de marzo de 2016

Dios nos odia a todos...

No, no me voy a poner filosófico o existencialista. No he tenido una epifanía y hoy más que nunca las palabras me saben a mierda.

Hoy me he dado cuenta de que somos gilipollas. Pero no todos, sólo algunos y espero que por nuestro bien seamos mayoría (no, no lo he escrito mal).

Según la visión teísta de cualquier religión, Dios nos creó a su bla bla bla: que si mandamientos, que si vive así o asá... Y al final, se saca su divino miembro y nos baña con su "libre albedrío": hala, ahí os quedáis. Haced lo que os salga de la minga y dejadme en paz...

Menuda obra de mierda has hecho, macho. Y permíteme que peque de soberbia y te diga que eres un puto chapucero. Molabas cuando eras el Dios vengativo y todopoderoso; aquella imagen de Zeus cabreado metiéndote un rayo por el culo: Ese es el dios que molaba.

¿Y ahora?

Ahora haced lo que os salga de la minga, por mí que os peten.

Qué grande eres... Pero no puedo culparle. No se le daban las manualidades y ya, Adán y Eva no le salieron bien. Pero oye, no iba a hacer otra vez todo, al fin y al cabo no tenía a nadie al lado que le dijera aquello de que "la práctica hace la perfección". Y nos dejó a nuestra bola. Y la que ha liado. Pero no puedo culparle, es como si castigase a mi hijo porque su primer muñeco de plastilina le salió cabezón y no respeta la proporción áurea... No, la culpa la tengo yo. Yo y el resto de gilipollas que, como yo, respetan las normas de convivencia, sociales, de tráfico...

Gracias a nosotros la sociedad se ha ido a la mierda porque hemos permitido que surjan los "Melasudistas", esa especie de engendros que hacen lo que les sale de la minga tal y como Dios dijo.

Hoy me he sentido completamente gilipollas parado en un semáforo. Bueno, yo y otro conductor gilipollas parado detrás.

Hacíamos el gilipollas parados en el semáforo, esperando a que se pusiera en verde, mientras cinco coches y una moto se pasaban por el puñetero forro de los cojones la norma aquella de "Rojo, pare". Tan gilipollas nos sentimos que ambos, sin establecer contacto alguno, comenzamos a aplaudir simultáneamente. Aplaudíamos nuestra gilipollez.

¿Y ahora qué hago? Ya es tarde para que la gente reflexione y sea consciente de que vive rodeado de individuos. Que se establecen unas normas de convivencia para que podamos coexistir en armonía... Vive y deja vivir... (pero la versión de los Guns N' Roses)

No, la culpa es mía y de los gilipollas que como yo pensamos en que es bonito respetarnos mutuamente. Por eso creo que Dios es un puto descuidado, un niñato que se aburría y decidió hacer un experimento. Se aburrió y nos dejó a nuestra suerte.

Lo peor es que sé que existe un límite. Sé que un día, a algún gilipollas se le cruzarán los cables y pillará a algún "Melasudista" y hará alguna barbaridad. O pillará  a muchos "Melasudistas" y hará una gran barbaridad. Y lo peor de todo es que no será en nombre de ningún Dios, ni ninguna religión. Será porque, simplemente, estaba hasta los cojones... O puede que ya haya sucedido.

Y sé que el título es pretencioso: para que Dios nos odie, debió habernos querido alguna vez.





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